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miércoles, 29 de junio de 2011

Ricky Martín, declaración de orgullo en Madrid.

El cantante puertorriqueño convirtió su concierto de anoche en el Palacio de los Deportes de Madrid en una declaración de principios y de orgullo.






Casi rabioso, Ricky Martin expresó anoche todos esos pensamientos que le han estado rondando a lo largo de su vida, hasta que han estallado sin remedio. Su concierto en el Palacio de Deportes fue mucho más que un recital, fue una declaración de orgullo gay en toda regla, un aquí estoy yo, así como soy, así como me ves. Eso sí, cantado y bailado junto a unas 12.000 personas.

El vídeo proyectado durante la «intro» ya dejó claro el «leit motiv» del espectáculo: Ricky rodeado de cadenas, tratando de liberarse de ellas. «Será será», «Dime que me quieres», «It’s alright» y «I don’t care» fueron su primera andanada, cantada desde una gran estructura metálica desde la que se arrojó de espaldas al grito de «¡Madrid, atrévete a vivir!». No se preocupen, su elenco de bailarines le esperaba con los brazos abiertos tres metros más abajo para recogerle sin que sufiera el menor daño. Pero la escena fue todo un manifiesto, una demostración de qué siente Ricky ante la vida: o te lanzas al vacío, o te arrepentirás durante todo el tiempo que te dure.

Arengando a su público al «carpe diem», a exprimir su existencia, dedicando su concierto «a todos los que se sienten marginados, tratados de forma desigual», el puertorriqueño aseguró que iba a dejarse el alma en Madrid, y lo hizo llevando su baile de un extremo a otro del escenario para recoger los besos de ambos lados de la grada, clavando las coregrafías –bastante sencillitas, todo hay que decirlo-, cambiando de vestuario, apareciendo y desapareciendo del escenario y dando el do de pecho al quedarse solo bajo los focos.

Con el torso desnudo bajo su camisa abierta, hizo que parte del público subiera sus revoluciones hormonales hasta el punto de agradecer más un contoneo sexy que una entonación acertada. Así son las cosas con Ricky Martin. La pasión física forma parte del espectáculo, titulado «Música + Alma + Sexo Tour» por cierto.

Las inmisericordes temperaturas madrileñas de este comienzo de verano subieron varios grados anoche en el Palacio de los Deportes, algo que Ricky Martin notó mediado el concierto: «Madrid tiene un calor adictivo», dijo antes de cantar «Vuelve», acompañado de un piano y el coro de cientos de fans que se jugaron la deshidratación en las filas delanteras.

Una «performance» reivindicativa a cargo de un bailarín transmitió otra vez el mismo mensaje: nadie debe sentirse un fracasado por no vivir la sexualidad que su familia espera. De hecho, el mejor remedio contra esa frustración sería, según el cantante, «Livin la vida loca», uno de los temas que levantó a todo el graderío, igual que «She Bangs», que quedó tan guitarrera que algunos no la reconocieron en sus primeros compases. Los pasitos pa’alante y pa’atrás de «María» (su primer gran éxito en España) dieron el pistoletazo de salida para la carnavalesca recta final del concierto, donde sonaron «Lola Lola», «La Bomba», «Cup of Life» o «Lo mejor de mi vida».

Con poca espontaneidad pero mucha emotividad calculada, como manda el reglamento de los conciertos del pop populista, ese que se queda hasta en la memoria del que menos lo disfruta, Ricky Martin se llevó de calle a todos los que fueron a ver su show, entre los que, por cierto, hubo una nutrida representación de famosos. Marta Sánchez, Borja Thyssen y Blanca Cuesta, Darek, Alejandro Amenábar, Toñi Salazar (Azúcar Moreno) y Pitingo acompañado por su mujer, fueron sólo algunos de los que acudieron a contemplar al nuevo Ricky Martin. A Ricky, el liberado.

www.cascaraamarga.es

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