En Junio de 2005 se aprobó en España la Ley de Matrimonios Gays. Alcaldes de grandes ciudades (como por ejemplo Valladolid) hicieron un llamamiento para boicotear la ley. Sin embargo, el alcalde gay Francisco Maroto levantó la mano en su pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, Campillo de Ranas, y dijo: “Yo caso”. El documental se proyectará el próximo 1 de abril en Benidorm dentro de una charla-coloquio.
A partir de ese acto militante de reivindicación de una ley que es ya histórica en la lucha por los derechos civiles, se produjo un efecto llamada en muchas parejas gays con ganas de casarse en una atmósfera amigable. De este modo, el alcalde de Campillo de Ranas vio una oportunidad de dinamizar la economía y enriquecer la población.
Los habitantes de este municipio habían emigrado en masa no hace tantos años, pero ahora el pueblo vuelve a estar en el mapa. La estrategia nupcial de desarrollo rural puesta en marcha por Maroto ha invertido la tendencia de despoblamiento gracias a la promoción del pueblo como un espacio para las bodas, en especial las bodas entre personas del mismo sexo. Muchas parejas vienen a este pueblecito de atmósfera pastoral para casarse, y Maroto se ha convertido en una especie de héroe local.
“Campillo sí, quiero” muestra lo fácil que resulta adaptarse al cambio y permite que la audiencia se introduzca en el pueblo como una mariposa en la pared para contemplar cómo pasa la vida en una comunidad donde todos son bienvenidos.
El documental se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Reikjavík, y ha participado en prestigiosos festivales de cine como el Bafici (Festival de Cine Independiente de Buenos Aires). También se estrenó en Londres dentro del Festival de Cine Gay organizado por el British Film Institute. En el catálogo, los organizadores definieron el documental como “impresionantemente hermoso, fuera de lo corriente y conmovedor”. La película ha sido programada en festivales y ciclos de más de 30 países.
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