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sábado, 8 de enero de 2011

La homofobia del ayunta-miento.

El departamento que dirige la generalísima Ana Botella en el consistorio madrileño ha denunciado a los actos del llamado Orgullo Gay por pasarse en decibelios. En consecuencia, ha multado con un pastón la movida.

La Policía durante algunas inspecciones en Chueca (Foto: EstaNocheGay.com)

 

Yo hace años que no subo a Madrid para la procesión magna con adoración corporal; no por nada, sino porque soy más de hacerlo –como el generalísimo Aznar- en la intimidad y, como estoy totalmente fuera del armario, pues no me provoca desarmarizarme unos días (tampoco armarizarme, por supuesto).
No tengo nada en contra de que unos cuantos empresarios presuntamente activistas gays (quién dará el diploma…) se lucren a costa de precios abusivos durante los días del septenario veraniego: cada uno es libre –y mayorcito- para emplear su dinero, o dejárselo afanar, como guste. Tampoco tengo nada en contra de que usen como coartada o excusa la causa de liberación gay: somos adultos para creérnoslo, o descojonarnos de la risa.
Ahora bien, lo del ayuntamiento madrileño tiene guasa… Resulta que son los gays los que se pasan en decibelios, y no los bares de heterolandia, ni los movidones de Huertas, ni Lavapiés, ni Malasaña… tampoco las procesiones de semana santa, ni los jovenzuelos cristofascistas que se madrileñizan durante las visitas papales… no, sólo los gays.
ana-cuadrado
Igualmente, resulta que otros centros de sexo y aseo no son dignos de ser inspeccionados por la pasma, bajo la sospecha de tráfico de manteca colorá, sino sólamente las saunas gays, sitios, como todo el mundo sabe, de aseo y fornicio, de toda la vida de dios.
Que el ayuntamiento de Madrid es homofóbico, a estas alturas no lo duda nadie. Que Ana Botella, esa nulidad intelectual con patas (de gallo), es homófoba, es claro, neto, diáfano.
¿Qué será lo siguiente? Está claro que quieren volver a reducirnos a las cavernas del armario. Y lo peor: hay muchos gays dispuestos a dejarse (re)conducir. Lo que en la Francia de Vichy se llamó colaboracionismo y se despreció como tal, aquí se alaba y sahúma.
Hay que decir/decirles –a todos ellos, homófobos y colaboracionistas- NO, hay que revelarse para soberevivir. ¿Cuáles son nuestras barricadas? Pues a ellas, ¡a las barricadas!

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