En la línea de fomentar las supuestas “terapias” para curar la homosexualidad, tan en boga últimamente en América Latina, la archidiócesis católica de León (México) ha difundido un método estructurado en doce pasos para que los sacerdotes puedan “ayudar” a las personas homosexuales. La serie se encuentra publicada en su sitio de internet.
Después de que tuviera lugar en la ciudad de Guadalajara un congreso que pretendía difundir este tipo de iniciativas, el arzobispado de León ha colaborado con la psicóloga Guadalupe Serratos para elaborar este método, que será difundido entre sus sacerdotes para que ayuden a “Personas en Situación de Atracción al Mismo Sexo (AMS)”, como la iglesia mexicana nos ha denominado.
“Esta pastoral es parte de la pastoral Familiar, tiene la tarea de cobijar a nuestros hermanos con atracción al mismo sexo, ayudándolos a darse cuenta que Dios los ama dándoles una solución, respetando su dignidad humana”, se lee como bienvenida en el sitio web en que se encuentran publicados los doce pasos. En dicha publicación se dan argumentos bíblicos y pseudocientíficos que intentan demostrar lo contra natura que representa una orientación sexual distinta a la heterosexual. El método exige, entre otras medidas, reconocer el “estilo de vida gay” como pecado, así como que “no hay nada de alegre en la homosexualidad”; expresar la “identidad sexual natural” de acuerdo con los roles asignados para ella o buscar amistades que nada tengan que ver con el entorno lésbico-gay.
El texto, que afirma sin pudor alguno que “el acto homosexual es el colmo de la maldad” incluye abundantes referencias a autores que consideran la homosexualidad un transtorno curable. Un texto elaborado además con una redacción contradictoria, que no duda en expresar que “nadie nace con una orientación homosexual” para después afirmar que nadie elige ser homosexual. Por lo que se refiere a las referencias bíblicas, menciona que la Biblia condena el acto homosexual como “una conducta abominable” e insiste en que la historia de David y Jonatán retrata una situación de amistad y amor fraterno. Por supuesto no hace mención alguna a San Baco y San Sergio, protectores de uniones de personas del mismo sexo bendecidas por la iglesia durante la edad media, según algunos autores.
“Son las prácticas homosexuales las que la iglesia y Dios condenan y representan un pecado, no así las tendencias o inclinaciones hacia personas del mismo sexo”, ha expresado por su parte el arzobispo José Guadalupe Martín Rábago, con ocasión de la publicación de este dodecálogo.

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